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Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

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jueves, octubre 23, 2014

Por qué un escéptico puede ser tu mejor colega de trabajo

Están aquellos que dicen sí a todo, desde la comodidad de agradar al jefe; y están los cenizos, que reniegan sin aportar soluciones. Frente a ambos, los escépticos ponen un punto crítico constructivo.

Quizá en tu compañía tengas que trabajar habitualmente con los típicos ilusos, eternos optimistas abducidos por la empresa –y sobre todo por el jefe– a los que todo les parece estupendo. Pero es posible que también te toque lidiar con aquellos que se instalan en la queja continua. Son los cenizos que lo ven todo mal y que no suelen aportar soluciones, generando un clima laboral insoportable.

En el centro de esta lucha entre optimistas y pesimistas de oficina aparecen los escépticos (constructivos). Ese escéptico como contrapunto –nunca un cenizo o un pesimista– supone un motor de la innovación para aquellos que opinan que demasiada armonía en un equipo de trabajo en el que nada se cuestiona implica, entre otras cosas, una invitación para que los más mediocres se perpetúen.

Ovidio Peñalver, socio de Isavia, cree que en el entorno laboral deben existir también profesionales que hagan de abogado del diablo, "que tengan los pies en el suelo y que sean gente práctica. Aportan la búsqueda de hechos, evidencias e información, ayudan a poner en práctica las ideas y son fuente de prudencia y precaución, además de brindar planes de contingencia".

Lo difícil y valioso no es criticar o cuestionar,
sino hacer propuestas de mejora

Peñalver se refiere a "los roles de Belvin", una clasificación de la fauna laboral que habla de cerebros, investigadores de recursos, coordinadores, impulsores, evaluadores, cohesionadores, finalizadores, especialistas... E implementadores, que son los que Peñalver asocia con los críticos constructivos: prácticos, de confianza, eficientes, que transforman las ideas en acciones y organizan el trabajo que debe hacerse, aunque resulten inflexibles en cierta medida, y algo lentos en responder a nuevas posibilidades.

Optimistas vs. Pesimistas
Marcos Urarte, socio director de Pharos, también valora las diferencias entre optimistas, pesimistas y escépticos: entre los primeros detecta a los "ilusos patológicos", que son aquellos incapaces de concebir que algo pueda ir mal, por lo que no suelen cuantificar los riesgos, ni tener respuestas cuando ocurre algo no previsto por ellos. Urarte cree que estos ilusos "suelen ser unos pésimos gestores, aunque son las personas más adecuadas en situaciones extremas y desesperadas". El experto prefiere a los optimistas realistas, "ya que a pesar de que visualizan unos objetivos ambiciosos y toman las medidas para conseguirlos, también están preparados para asumir escenarios no tan favorables".

Sobre los cenizos, Urarte opina que "es mejor huir de ellos, porque son devoradores de energía y de ilusiones".

Si en una organización sólo se recompensa el escepticismo,
no hay innovación ni avance

El socio director de Pharos opina que "a pesar de que seamos conscientes de lo complicada que puede ser una situación, es imprescindible afrontarla con optimismo. Al final, una de las decisiones que podemos tomar en nuestra vida, es si nos retroalimentamos de forma positiva o negativa. Una espiral de superación o de hundimiento".

Sentido crítico
Finalmente, nos quedan los escépticos. Urarte asegura que éstos son el complemento ideal e imprescindible de los optimistas: "Se trata de personas que maximizan los riesgos y dificultades y, a veces, tienden a minimizar nuestras capacidades para conseguir los retos, pero no los ven imposibles. Tienen la virtud de hacer ver dificultades a los optimistas que éstos no contemplan, y hacerles valorar otros escenarios. Pueden actuar como la conciencia y, a su vez, tienen la capacidad de apuntarse a los proyectos".

Por su parte Jesús Vega, experto en recursos humanos, niega la posibilidad de que un simple escéptico pueda ser constructivo: "Otra cuestión es el espíritu crítico, que implica cuestionar lo que existe, el statu quo, las cosas nuevas o los movimientos del futuro. Pero de este cuestionamiento sólo saldrán cosas positivas si únicamente se aceptan aquellas críticas que vengan acompañadas de una propuesta de mejora".

Vega recuerda que el escéptico ayuda en una organización a analizarlo todo, pero tiene como aspecto negativo que criticar es siempre lo más fácil. "Si el espíritu escéptico se apodera de la cultura y sólo se recompensa ese tipo de escepticismo no se innova ni se avanza, porque lo difícil es proponer nuevas ideas".

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