Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

domingo, abril 27, 2014

Un enemigo es una oportunidad

¿Quién no ha tenido alguna vez algún enemigo? Alguien a quien de manera directa o indirecta hayamos percibido como una amenaza hacia nuestra persona o nuestra carrera profesional. ¿Hemos sido enemigos de alguna persona? A sabiendas o no y muchas veces contra nuestra voluntad seguro que nos hemos encontrado enfrente de terceros cuyas reacciones han sido de agresiva defensa y nos hemos preguntado por qué.
Muchas veces hemos aterrizado en un nuevo puesto de trabajo en el que sin saberlo hemos literalmente pisado las expectativas de otra persona que por este hecho, fuera de nuestro control, nos ha convertido en su enemigo. O hemos coincidido con algún colega que se ha sentido amenazado por nuestro empuje o nuestra creatividad o simplemente por nuestra presencia.
Aunque involuntaria y fuera de nuestro control directo este tipo de situaciones puede poner trabas a nuestra evolución profesional dañando nuestra marca personal, y en consecuencia hay que tomar cartas en el asunto.
Brian Uzzi y Shannon Dunlap, un profesor de la Kellog School of Management y una periodista de New York, realizaron una investigación sobre este tema e idearon un proceso en tres etapas para convertir los enemigos en aliados que ese publicó en la Harvard Business Review en mayo del 2012. La investigación demostró que la confianza reposa sobre la razón y las emociones de manera que si queremos recuperarla o conquistarla hemos de actuar en el mismo sentido y de aquí surge el proceso de las tres R.

Redirección. En primer lugar hay que redirigir las emociones negativas que hayamos causado a nuestro rival de manera para que se alejen de nosotros. Buscar una excusa agradable para dar un vuelco a la situación, una comida o un viaje, para hablar claramente del asunto exponiendo nuestro punto de vista y dejando claro cuál es nuestro nivel de responsabilidad en la situación creada  e intentando buscar puntos comunes que nos acerquen a nivel humano.

Reciprocidad. Se trata de dar antes de pedir. Ceder algo de valor ayuda enormemente a neutralizar una relación negativa y acto seguido seguro que se ponen en marcha los mecanismos de la reciprocidad y se obtiene una contrapartida. La reciprocidad es una ley universal no escrita por la que cuando se recibe una ayuda se debe devolver de manera equivalente. Es de bien nacidos ser agradecidos, dice el refrán. La reciprocidad es una de las bases de las relaciones humanas y tiene un punto de desprendimiento porque si damos algo para seguidamente pedir la contrapartida no estamos estableciendo una relación si no una transacción que es algo conceptualmente diferente.

Racionalidad. Actúa cuando hemos completado las dos etapas anteriores y se basa en exponer de manera clara lo que queremos y para que lo queremos. Si contamos con nuestro interlocutor  como aliado se lo decimos claramente. La racionalidad, que llega tras la redirección y la reciprocidad, permite que nuestro interlocutor enfoque la situación de manera razonada y entienda lo que pretendemos y que beneficios puede obtener con nuestra alianza. Al final se trata de dejar claro que los dos ganamos.

El método de las 3R es un puntal de nuestra capacidad de influencia y ayuda a dar la vuelta a todas las situaciones de rivalidad sean con los superiores, los subordinados o con personas de nuestro mismo nivel y es también una herramienta de gestión de marca personal porque permite dejar una huella visible, duradera y memorable en el corazón de las personas que nos rodean. 

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